Abril 1, 2023
Entre las comunidades indígenas de Colombia, el bastón de mando es una representación espiritual y simbólica de la fuerza del pueblo. En emberá se llama “Jaizati”, que significa “protector de la tierra”; solo lo portan las personas que ocupan puestos de mando y decisión.
En Colombia, es bien sabido que las mujeres indígenas han luchado junto a sus colegas masculinos para proteger sus tierras, sus derechos como pueblos soberanos y sus formas de vida. Son reconocidas en sus comunidades como defensoras de los niños, guardianas del conocimiento para generaciones futuras, gestoras de sanación en sus espacios sagrados y fuerzas unificadoras en la familia.
A pesar del respeto que inspiran, las mujeres indígenas no siempre han ocupado puestos de liderazgo oficiales, ya que los bastones de mando suelen estar reservados a los líderes masculinos.
Nuestro socio, el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), está trabajando para cambiar esta situación.
El CRIC cree que las mujeres son portadoras de vida, tejedoras de cultura, guardianas de la tradición y la lengua, y protectoras afines a la Madre Tierra. En los últimos 30 años, el Programa Mujer del CRIC ha trabajado para impulsar esta narrativa y ayudar a las mujeres a entrar a espacios de toma de decisiones y ascender a puestos de liderazgo dentro de la organización.
Una de las iniciativas más exitosas del programa es su Cumbre de Mujeres Indígenas, que reúne a mujeres de todos los rincones del departamento del Cauca para dialogar, organizarse y fomentar comunidad.
Así fue como este mes de marzo, mientras el mundo celebraba el Día Internacional de la Mujer, la segunda Cumbre Anual de Mujeres Indígenas del CRIC se reunió en el pueblo de La Rejoya, a las afueras de la capital del Cauca, Popayán.
Más de 1.000 mujeres viajaron a la cumbre desde los diversos paisajes del Cauca, las montañas andinas y el altiplano de Popayán, las estribaciones amazónicas y la costa del Pacífico. Estas geografías únicas y las limitadas infraestructuras dificultan el desplazamiento, pero esto no disuadió a las mujeres: muchas llegaron incluso por mar o por río para participar.
Las ponencias y comisiones de este año se centraron en la lucha de más de 500 años de las mujeres indígenas contra la sociedad patriarcal y en el desarrollo de políticas públicas que reconozcan el impacto desproporcionado del conflicto armado en las mujeres, entre otros temas. Muchas de las congregadas han ascendido a puestos de liderazgo en sus comunidades particulares, trascendiendo su papel de cuidadoras del núcleo familiar para convertirse en administradoras de sus pueblos.
Algunas son más tímidas a la hora de reconocer su capacidad de liderazgo. Para otras, asumir funciones de liderazgo surge naturalmente. Por ejemplo, Graciela Siamaga, líder del pueblo Emberá Chamí, asumió su bastón de mando desde los 12 años en espacios políticos como representante de su comunidad.
Independientemente de su origen o perspectiva, la participación política de las mujeres indígenas del Cauca tiene un carácter colectivo, porque cuando participan no lo hacen solo por ellas, sino por sus familias y comunidades.
“El pensamiento de las mujeres es muy diverso, todas no pensamos iguales y no todas tienen las mismas problemáticas. Cada una desde su fogón tiene una cosa distinta por contarnos, y realmente debe sentarse y escucharlas. No solo escucharlas, pero también empoderarlas a un camino mejor.”
Fernanda Ulcue, del pueblo Totoroéz
El pensamiento de las mujeres
“Al principio, de pronto había obstáculos, pero siempre el apoyo primordial es el de la familia.”
Luz Evelia Pechené, indígena del pueblo Nasa y Coordinadora del Programa Mujer del CRIC
Mayora tejiendo en la Cumbre. Foto: Comunicaciones CRIC
Asistente de la Cumbre. Protectora de su hijo. Foto: Comunicaciones de CRIC
Cumbre de Mujeres CRIC. Foto: Comunicaciones CRIC
Asistentes Mayoras de la Cumbre. Foto: Comunicaciones CRIC
Potenciando estas relaciones de confianza y creando espacios para que las mujeres se sientan realmente escuchadas por sus compañeras, muchas salieron de la cumbre dispuestas a apropiar su propio poder. Mientras que muchas otras llegaron ya luciendo sus bastones por la cumbre con orgullo, como una insignia de honor, inspirando a otras mujeres a abrazar su lugar como lideresas en la comunidad.
Abrazo entre asistentes a la Cumbre. Foto: Comunicaciones CRIC
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